Un cristiano sin valentía es inútil

La fortaleza ha sido a menudo asociada por los autores escolásticos a lo que los antiguos llamaban “apetito irascible”. El pensamiento de los antiguos no imaginó un ser humano sin pasiones: sería una piedra. Y las pasiones en sí no son necesariamente el residuo de un pecado; pero deben ser educadas, deben ser dirigidas, deben ser purificadas con el agua del Bautismo, o, mejor, con el fuego del Espíritu Santo.

Foto: Vatican News

Un cristiano sin valentía, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil. ¡Pensemos en esto! Jesús no es un Dios diáfano y aséptico, que no conoce las emociones humanas. Todo lo contrario.

Audiencia General del miércoles, 10 de abril de 2024

La soberbia va a caballo y vuelve a pie

Poco se puede hacer con una persona enferma de soberbia. Es imposible hablar con ella, y mucho menos corregirla, porque en el fondo ya no está presente a sí misma. Sólo hay que tenerle paciencia, porque un día su edificio se derrumbará. Un proverbio italiano dice: “La soberbia va a caballo y vuelve a pie».

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En los Evangelios, Jesús trata con muchas personas orgullosas, y a menudo fue a desenterrar este vicio incluso en personas que lo ocultaban muy bien. Pedro alardea al máximo su fidelidad: «Aunque todos te abandonen, yo no lo haré» (cf. Mt 26,33). Sin embargo, pronto experimentará que es como los demás, también él temeroso ante la muerte que no imaginaba que pudiera estar tan cerca.

Audiencia General del miércoles, 6 de marzo de 2024

Adormecerse en una tristeza sin fin

El monje Evagrio explica que todos los vicios persiguen un placer, por efímero que sea, mientras que la tristeza disfruta de lo contrario: del adormecerse en una tristeza sin fin. Ciertos lutos prolongados, en los que una persona sigue agrandando el vacío de quien ya no está, no son propios de la vida en el Espíritu.

Foto: L’OSSERVATORE ROMANO

Ciertas amarguras resentidas, en las que una persona tiene siempre en mente una reivindicación que le hace adoptar el papel de víctima, no producen en nosotros una vida sana, y menos aún cristiana. Hay algo en el pasado de todos que necesita ser sanado. La tristeza, de ser una emoción natural, puede convertirse en un estado de ánimo maligno.

La guerra es la más terrible de las enfermedades sociales

Pienso, por ejemplo, en cuantos estuvieron terriblemente solos durante la pandemia de Covid-19; en los pacientes que no podía recibir visitas, pero también en los enfermeros, médicos y personal de apoyo, sobrecargados de trabajo y encerrados en las salas de aislamiento. Y obviamente no olvidemos a quienes debieron afrontar solos la hora de la muerte, solo asistidos por el personal sanitario, pero lejos de sus propias familias.

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Al mismo tiempo, me uno con dolor a la condición de sufrimiento y soledad de quienes, a causa de la guerra y sus trágicas consecuencias, se encuentran sin apoyo y sin asistencia. La guerra es la más terrible de las enfermedades sociales y son las personas más frágiles las que pagan el precio más alto.

Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXII Jornada Mundial del Enfermo

Con el diablo no se discute

Con el diablo, queridos hermanos y hermanas, no se discute. ¡Nunca! No se debe discutir nunca. Jesús nunca dialogó con el diablo; lo expulsó. Y en el desierto, durante las tentaciones, no respondió con el diálogo; simplemente respondió con las palabras de la Sagrada Escritura, con la Palabra de Dios. Estén atentos: el diablo es un seductor. Nunca dialogar con él, porque él es más astuto que todos nosotros y nos la hará pagar. Cuando llegue la tentación, nunca dialogues.

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Cerrar la puerta, cerrar la ventana, cerrar el corazónY así, nos defendemos contra esta seducción, porque el diablo es inteligente. Intentó tentar Jesús concitas bíblicas, presentándose como gran teólogo. Estén atentos. Con el diablo no debemos conversar, y con la tentación no debemos dialogar. La tentación llega: cerremos la puerta, guardemos el corazón.

Audiencia del 27 diciembre 2023

La contaminación de las palabras vanas

Y esto es un reclamo siempre actual: para proceder en el camino de la vida es necesario despojarse del “de más”, porque vivir bien no quiere decir llenarse de cosas inútiles, sino liberarse de lo superfluo, para excavar en profundidad dentro de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios. Solo si, a través del silencio y la oración hacemos espacio a Jesús, que es la Palabra del Padre, sabremos liberarnos de la contaminación de las palabras vanas y de la palabrería.

Foto: L’OSSERVATORE ROMANO

El silencio y la sobriedad – en las palabras, en el uso de las cosas, de los medios y de las redes – no son solo “adornos” o virtudes, son elementos esenciales de la vida cristiana.

Ángelus del 10 de diciembre de 2023

El «disco duro» de Dios

Para Dios realmente eres valioso, no eres insignificante, le importas, porque eres obra de sus manos. Por eso te presta atención y te recuerda con cariño. Tienes que confiar en el “recuerdo de Dios: su memoria no es un “disco duro” que registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal”. No quiere llevar la cuenta de tus errores y, en todo caso, te ayudará a aprender algo también de tus caídas. Porque te ama. Intenta quedarte un momento en silencio dejándote amar por Él.

(Christus vivit, n.115)

Foto: Aciprensa
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Oración: dejarse mirar por Dios

“La verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible sólo a Dios. Dios y yo. Con Dios es imposible fingir; Él rehúye la falsedad.

Foto: Alfa y Omega

Es imposible; ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, a conciencia desnuda, y no se puede fingir. En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan las miradas, y eso es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: eso es rezar. “Pero, padre, yo no digo nada…”. Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una oración, una bonita oración”.

El pesimismo de la vida no es cristiano

En la capilla de la Casa de Santa Marta el Santo Padre invitó durante la homilía de la misa a la alegría y explicó la razón.

El Señor ha anulado tu condena. Ésta es la raíz propia de la alegría cristiana. Dios es el Dios del perdón”.

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Pero si tú tienes cara de funeral, ¿cómo puedo creer que eres un redimido, que tus pecados han sido perdonados? Éste es el primer punto, el primer mensaje de la liturgia de hoy: tú eres un perdonado, cada uno de nosotros es un perdonado”.

Y el Evangelio, podemos decir, nos hace ver esta alegría: ‘María dichosa se levantó y salió de prisa’. También la alegría nos conduce de prisa, siempre, porque la gracia del Espíritu Santo no conoce la lentitud, no la conoce… El Espíritu Santo siempre va de prisa, siempre nos impulsa: a ir adelante, adelante, adelante como el viento en la vela, en la barca…”.